El Perú es un país de vocación agraria. La alta cultura andina significó agricultura plena. Sustentada en una base de milenios de experimentación y un largo proceso de domesticación de plantas, alcanzó hacía el siglo XV de nuestra era, un original desarrollo. En un medio que exige mucho del hombre, el andino fue capaz de levantar sin ayuda de nadie culturas avanzadas sacando admirable partida de su ambiente, hasta establecer con él una verdadera comunión.
Los pobladores de los Andes centrales domesticaron la alpaca y la llama que producen carne y fibra. Carecieron de un animal para producción lechera y de allí que su alimentación no incluyera la leche. Su comida y en especial la de los habitantes de los valles interandinos, era mayormente vegetariana y sólo en ocasiones especiales se consumía carne.
La costa disfrutó de los variados frutos provenientes del mar: mero, pulpo, lenguado, calamar, corvina, pejerrey, tortuga, erizos, conchas blancas y negras, cangrejos y tantas especies más víctimas de la extinción. Llegaron a domesticar ocho tipos de patos silvestres, conocieron la pava aliblanca, disfrutaron de palomas, perdices, venados, alpacas y caracoles de tierra ( escargots ).
De la tierra extrajeron variedad de frutos: chirimoya, lúcuma, pacae, melón, pomarosa, fresa, tumbo, etc.. Saborizantes como la pimienta rosada del molle, la sal ( proveniente de las salinas de Huacho ), el ají limo y el rojo, el rocoto, los frejoles, las habas, el choclo, la papa blanca y amarilla. Sus comidas eran bellamente adornadas con objetos de oro y plumas de guacamayo, esto último como resultado del comercio que mantenían con la zona de la selva, de donde también conocieron el paiche.