Se cuenta que cuando en China reinaba la dinastía Chou – siglos XI al III antes de Cristo – el jefe de la cocina real examinaba, antes de cada banquete, el aspecto físico del Emperador y de los comensales de mayor categoría social que se iban a sentar a la mesa. A partir de esta apreciación elaboraba el menú. Y es que de los platillos se esperaba no sólo nutrición y deleite, también bienestar físico, equilibrio psíquico y armonía.
Con más de cinco mil años de antigüedad, la cocina China es un símbolo de civilización elevada y con presencia en casi todo el mundo.
Clasifica los alimentos según su efecto en el equilibrio del Yang y el Yin, las dos fuerzas opuestas y complementarias de la energía.
Unos alimentos encienden el sistema corporal, potenciando el principio masculino Yang, como carne de vaca y cerdo, pescado ahumado, café, chocolate, pimentón, pimiento, cebollas, whisky y coñac. Otros lo refrescan, realzando el principio femenino del Yin, como mariscos, frutas, leche, té, azúcar y almendras.
La cocina china junto a la francesa e italiana, es considerada una de las mejores del mundo. Es preciso mencionar que la cocina china tiene cuatro escuelas clásicas: las de Shandong, Sicuani, Huaiyang y Guandong. Cada una tiene sus métodos de cocción y preparación, así como sus propios repertorios gastronómicos, diferenciados en presentación, olor, sabor y color.
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